Gestión colectiva de saberes: semillas en un huerto comunitario

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Figura 1. Herramientas de visualización y comunicación (dibujo: MSimon)

Frente al control de las multinacionales, nuestra rebeldía fértil

Sin semillas no hay agricultura, así que quien controle las semillas estará en  mejores condiciones de controlar el sistema alimentario. Las multinacionales, que lo saben bien,  se han hecho con ese control, y hoy  las diez empresas más grandes se reparten el 67% del mercado mundial de semillas. (Vivas, 2008).

Hubo un tiempo en que hablar de mercado de semillas no tenía mucho sentido, pues las campesinas, los campesinos, se ocupaban en cada cosecha de seleccionar las mejores plantas de las que sacar semillas para el siguiente cultivo. Sin embargo, la introducción de semillas híbridas, rompió esa autonomía campesina. Con las semillas alteradas (y los insumos químicos asociados) se lograban mayores rendimientos, pero ya no servían para sembrar nuevas cosechas. Esta “mejora” técnica implicaba depender de insumos externos y tener que comprar las semillas que antes podían obtener por sus propios medios.
En paralelo, comenzó una carrera por patentar semillas, arrogándose las empresas derechos de propiedad intelectual, en lo que constituye un mecanismo de apropiación privada de la naturaleza.
Ambos procesos de mercantilización y privatización se realizan con el beneplácito y la promoción de los estados y organismos internacionales.
En este contexto privatizador, conservar, recuperar, reproducir semillas se convierte en un acto de resistencia y defensa de los bienes comunes

Los medios: herramientas de visualización, comunicación y gestión

¿Qué podemos hacer desde nuestra condición de urbanitas para reivindicar las semillas y los saberes campesinos? Como con tantos otros frentes podemos campañear, apoyar proyectos agroecológicos…  y aprender y entender el valor de las semillas y del saber hacer campesino para lograr sistemas alimentarios más resilientes.

Con esa idea un pequeño grupo de mujeres, implicadas en una cooperativa agroecológica próxima a Madrid, nos lanzamos hace casi un año a montar un semillero urbano con el que aprender sobre el manejo colectivo de semillas. La huertAula Cantarranas (huerto comunitario de la universidad complutense) nos acogió, nos facilitó el acceso a sus instalaciones y compartió con nosotras sus conocimientos. Con el tiempo gentes de la coope y gentes del huerto nos hemos fusionado en un interesante comando semillero.

Nos propusimos desarrollar herramientas (Fig 1.) para las diversas personas que nos movemos por el huerto, que facilitaran el manejo de las semillas y nos permitieran comunicarnos y poner en común lo que hacemos con ellas.

Entre Noemí y Marian pensamos herramientas visuales que permitieran saber qué semillas hay y seguir el rastro a lo que pasa con ellas, que permtieran reconocer si conseguimos cerrar los ciclos o no y cuánto de los que cultivamos viene de semillas obtenidas en el propio huerto.  Es un intento para que todas vayamos enterándonos de lo que supone el ciclo productivo y de la vida y los cuidados que necesitan las semillas y las plantas, un pasito más en la alfabetización agroecológica que tanto necesitamos.

Por eso incluíamos también herramientas para compartir las historias de las semillas que llegan hasta la huerta. Son elementos que complementan la tradicional base de datos, que sigue siendo el instrumento básico de gestión (y que podría ser muy útil para la planificación) pero que, por experiencia sabemos que solo utiliza una pequeña parte de las gentes del huerto.

PIZARRA para visualizar qué semillas y qué plantas vienen desde el semillero.
TABLERO CON BOTES para compartir las historias de las semillas, en papiros enrollados que expliquen de dónde vienen, con fotos del paisaje original, relatos…
CAJA CON TARJETAS para llevar el registro de las semillas, con un sistema de tarjetas cuya información se vuelque en la base de datos.

Explicamos a continuación dos de estas herramientas, cómo se preparan y cómo funcionan

La pizarra del huerto

¿Cómo funciona?
La pizarra está pensada como la parte más fácil e inmediata de todo el sistema. Reúne el listado de plantas, clasificadas por familias, en una tabla que refleja dónde está cada planta con un sistema de cuadraditos de quita y pon: en la caseta (banco de semillas), en el invernadero (semillero) en el bancal (cultivo) o de nuevo en el invernadero (secado y obtención de semillas). El cuadrado gris indica que sí que hay planta en el lugar que corresponde a la columna. Cuando la planta procede de semilla obtenida en el propio huerto, el cuadrado tiene una pegatina verde.

El orden de las familias guarda relación con la rotación de cultivos por nivel de exigencia en cuanto a requerimientos de nutrientes en el suelo. Se asigna un código de colores a cada familia, que se repite en el resto de las herramientas, para facilitar la comprensión.

Además junto a los cuadrados de cartón aparecen unos imanes con el número de variedades de la planta que existen en el huerto. Por ejempolo, la imagen 2 con una foto de la pizarra junto al huerto permite leer qué es lo que había plantado al inicio de diciembre de 2016.
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Figura 2. Relación entre pizarra y cultivos en huertAula Cantarranas. Diciembre 2016

¿Cómo se hace la pizarra?

Utilizamos una base ligera, de cartón pluma, reciclada del taller de maquetas de la Escuela de Arquitectura. Aplicamos dos capas de pintura metalizada para pintar las columnas, que se corresponden con el listado de plantas y los cuatro lugares del huerto por donde van pasando las plantas. Usamos pintura metalizada imantada, que luego nos permitirá utilizar los imanes para desplegar información sobre el número de variedades de cada planta.

Como el huerto es dinámico, necesitábamos un sistema móvil, que permitiera añadir o quitar etiquetas según fuera evolucionando el huerto. Por eso se escribieron los nombres de familias y plantas en unas tiras de cartón reciclado adheridas con velcro a la pizarra, de manera que fueran fácilmente removibes. Para la señalización de plantas se recortaron cuadrados de cartón y se aplicó el mismo sistema de velcro.

De la rotulación, se encargó Jimena, amante de la caligrafía carolingia, que pluma en ristre, escribió cuidadosamente los nombres de familias y plantas.

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Figura 3. Materiales para preparar las pizarras

La caja de fichas

La caja con las fichas sirve para “rastrear” el itinerario de las semillas y plantas en el huerto. Cada variedad tiene una ficha (Figura 4), con una descripción básica en el envés y una tabla de movimientos en el revés. Cada persona que trabaja sobre las semillas, lo apunta en la ficha: si hace semillero o siembra directa, si se transplanta al bancal o si se corta y prepara para sacar semilla.

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Figura 4. Fichas tipo para seguimiento de semillas y cultivo

Cada una de estas acciones sucede en un lugar distinto del huerto, por eso la caja tiene una serie de casilleros que se corresponden con las localizaciones principales, las mismas que aparecían en la pizarra: caseta (banco de semillas), invernadero (semillero), bancal (cultivo) e invernadero II (obtención de semilla).

¿Cómo se hace la caja?
Lo mismo que la pizarra, utilizamos materiales reciclados (Figura 5): una preciosa caja del huerto hecha con maderas de palés, cartulinas y plásticos de documentos desechados y restos de madera de balsa de maquetas.
La caja, que sirvió para semillero, se limpia, se lija bien, se ajusta y se trata. Se maclan los plásticos para hacer los casilleros donde colocar las fichas por orden alfabético.
En la parte delantera de la caja, hay una cajita más pequeña, para dejar los materiels (siempre un boli a mano, para rellenar la ficha) y también las fichas “en tránsito”, es decir cuando alguien traslada semillas o plantas, rellena la ficha y la deja aquí, para que el comando semillero, encargado del registro, suba la información a la base de datos y entonces colque la dicha en su nuevo destino, en el casillero correspondiente.

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Figura 5. Materiales para la caja de fichas de semillas y plantas

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Figura 6. Caja semillero para fichas semillas