La huella en el territorio del sistema agroalimentario (1900-2015)

Necesitamos pensar y diseñar sistemas de alimentación sostenible para nuestras ciudades. La alimentación es una necesidad esencial a la que hasta ahora se le ha prestado poca atención desde el urbanismo. Por fin el tema de los sistemas alimentarios locales y sostenibles empieza a estar presente en las agendas políticas y ciudadanas y el urbanismo debería adaptarse al nuevo contexto, dando respuesta al reto de lograr sistemas limentarios urbanos más sostenibles y más justos. Descarga del documento completo

 

1950sistterritproximidad

Aprender de la historia

Si queremos forjar nuevas alianzas campo-ciudad y transitar hacia modelos de proximidad, conviene entender cómo funcionó el territorio preindustrial, con sistemas con un alto grado de autoabastecimiento apooyados precisamente en agricultura de proximidad.

Es lo que refleja la figura 12, un territorio articulado y estructurado para aprovechar los recursos locales y en los que la mayor parte del proceso de producción de alimentos estaba enraizado en el territorio. Frente a este modelo encontramos el sistema actual, globalizado, con territorios altamente especializados en los que sus pobladores han perdido en gran medida el control sobre la producción, al igual que los consumidores.

El Cuaderno de Investigación “La huella en el territorio del sistema agroalimentario (1900-2015)” explica a partir del estudio del tramo medio del valle del Duero,  cómo ha ido cambiando el sistema agroalimentario, cómo han aprovechado los recursos renovables y se han adaptado a los condicionantes del medio local y la manera en que el territorio se ha organizado para satisfacer las necesidades de alimentación de la población.

Los sistemas territoriales que se han sucedido desde principios del siglo XX responden a tres modelos del sistema agroalimentario, que se asocian con las distintas etapas nutricionales. Hay una correlación entre modelo nutricional de superación de la desnutrición, agricultura familiar y territorio de proximidad, que persiste en la zona hasta 1950; modelo de consumo de masas y sobrealimentación, agricultura industrializada y territorio polarizado ligado al desarrollismo, que se extiende hasta 1985; y modelo de consumo segmentado, agricultura terciarizada y territorio de enclaves en un contexto de globalización, que dura hasta nuestros días.

En esta última fase aparecen nuevos modelos alternativos de reconstrucción territorial a pequeña escala, ligados a sistemas emergentes que reconectan campo y ciudad, consumo y producción desde sistemas de alimentación sostenible. Conviven pues dos tendencias: una hacia la jerarquización y el productivismo tecnificado y otra hacia la multifuncionalidad y la recampesinización que se reapropia de las innovaciones técnicas.

El papel del urbanismo en la transición agroecológica, por la autonomía, la estabilidad y la biodiversidad

Incorporar la alimentación en la planificación urbana y territorial desde una perspectiva agroecológica reduciría la insostenibilidad actual de las ciudades. Por lo tanto la ordenación espacial tiene un papel que jugar en la transición hacia un sistema agroalimentario que satisfaga las necesidades humanas de alimentos de una manera más justa y más respetuosa con el planeta.

Existen mecanismos de ordenación como la clasificación de suelo, la regulación de usos y el diseño de redes y equipamientos, con un alto potencial de ser integrados en esas estrategias de transición alimentaria y productiva, aportando una dimensión espacial y funcional hasta ahora descuidada.

Con estos instrumentos se puede incidir sobre la autonomía y la estabilidad de los sistemas de alimentación locales y se puede contribuir a fomentar la biodiversidad, mejorando la resiliencia. Hasta ahora no se ha aprovechado ese potencial, pero hay indicios que apuntan que el momento para reconsiderar los sistemas agroalimentarios favoreciendo su relocalización y una transición agroecológica, ha llegado.