
Cartel del XI encuentro de AACC · arquitecturascolectivas.net
Hace dos semanas – del 13 al 16 de septiembre – tuvo lugar el XI encuentro de la red Arquitecturas Colectivas en la ciudad de Málaga. Desde Surcos Urbanos tuvimos la oportunidad de estar allí, conocer los conflictos latentes en la ciudad de Málaga – y más allá de la misma –, caminar por sus calles y descubrir estudios y experiencias de carácter local, nacional e internacional vinculadas con la construcción colectiva del espacio y las resistencias a la mercantilización y especulación del mismo.
La Invisible fue la sede del encuentro. No podía ser de otra manera si estábamos en Málaga en un encuentro que versaba sobre Desobediencias Urbanas. Este centro social y cultural, que lleva más de 11 años de cultura libre y gestión ciudadana, ha conseguido paralizar la orden de desalojo que el Ayuntamiento de Málaga emitió el pasado mes de julio. No hubiera sido posible sin la resistencia constante y el apoyo de numerosas personas, colectivos e instituciones. Sin duda un reflejo del trabajo que se ha realizado a lo largo de estos años.
Conflictos y desobediencias en ruta por la ciudad de Málaga
Para el sábado 14 nos tenían preparada una ruta que nos permitió conocer algunas de las pugnas existentes en la ciudad así como las resistencias y luchas frente a las mismas. Vida de barrio, arte urbano, patrimonio, costa… todo está a la venta dentro de la ciudad-marca Málaga. ¿Cómo se resiste ante la continua mercantilización de los lugares que habitamos? Nos lo van contando por el camino.
Lagunillas no quiere ser centro
El recorrido comenzó en el barrio de Lagunillas, susceptible de convertirse en centro de la ciudad[1]. Los síntomas que nos lo indican son la mercantilización del arte urbano de sus calles -los grafitis-, la expansión de los pisos turísticos y la numerosa publicidad de inmobiliarias que alienta al vecindario a vender sus casas y comercios… y quien no vende puede tener la amenaza de verse expulsado. Eso le sucedió al bar de Enrique después de 40 años en el barrio, fue desahuciado por la extinción de los contratos de renta antigua para locales comerciales, una medida que cuya aplicación se había prorrogado hasta el 2015 para no perjudicar al pequeño comercio y que a partir de ese año comenzó a implementarse. Enrique se traslada cerca, gracias al apoyo familiar, que le va a permitir reanudar su actividad económica durante los escaños años que le quedan para jubilarse, pero imaginamos que no todas las actividades económicas afectadas por esta normativa tendrán la misma suerte.

Plaza Esperanza en el barrio de Lagunillas.

Grafiti en memoria de Miguel Ángel Chamorro en Plaza Esperanza, barrio de Lagunillas.
Lagunillas está respondiendo a esta invitación a centrificarse de diversas maneras, pero siempre con mucho arte. Asociaciones y vecinas han dado vida a dos solares que anteriormente servían como aparcamiento, bien mediante cesión municipal en Plaza Esperanza o su recuperación autogestionada en Victoria ¿de quién?[2].
Estos espacios han sido, desde que sacaron a los coches de en medio, el lugar de actividades lúdicas, culturales y sociales, destacando por su relación con la temática de la ruta el ciclo de cortos ‘Lagunillas se defiende: luchas vecinales y gentrificación’, simultaneo con el Festival de Cine de Málaga y el pase de modelos barriales Más batas y menos corbatas como respuesta a la prohibición, en algunos establecimientos, de la entrada a personas que vistieran con ropa de casa.
Otro ejemplo de resistencia ha sido la creación de Lagunillas por venir, asociación que aglutina a parte del vecindario creando redes de apoyo y articulándose para la defensa del barrio. Una de sus estrategias es hacer de anti-inmobiliaria, poniendo en contacto a personas que quieren vender viviendas en el barrio y aquellas que quieran comprarlas para habitar en él. Otra, fue la respuesta ante la organización de una visita guiada por los grafitis de Lagunillas, que mercantilizaba el arte urbano realizado de manera gratuita y sin contar ni con las personas que lo habían realizado ni con las vecinas y vecinos[3] del barrio. La empresa que lo organizó no ha vuelto a publicitar una ruta similar.

Barrio de Lagunillas. Solar Victoria ¿de quién?
Del arte urbano al ARTE y PATRIMONIO -con mayúsculas-
Salimos del barrio de Lagunillas, pasamos por el Mercado que quiso ser gourmet y se quedó en el intento, -con su espacio gastronómico vacío meses después de haberse reinventado– y llegamos a la Plaza de la Merced. Desde ésta y hasta el Museo de Málaga por la calle Alcazabilla nos encontramos a La Málaga Cultural, con esencias artísticas, arqueológicas y religiosas. Cultura, pero no como la de Lagunillas, aquí se pasa de la esencia barrial a esa identidad cultural que se convierte en ventaja competitiva en el mercado internacional de las ciudades[4], esa que genera la “ciudad marca” y que legitima, en nombre del turismo cultural – turismo del bueno, no como el de las personas que se dedican a hacer balconing – la transformación de las ciudades. Y se lo han tomado en serio, ya que la ciudad cuenta con 37 museos, la mayor parte de ellos inaugurados en las dos últimas décadas[5].
La Plaza de la Merced, donde comienza esta parte de la ruta, bien podría renombrarse como Plaza Picasso. En ella y sus calles conlindantes encontramos una estatua al pintor, su casa natal y la Fundación Picasso. La figura del artista ha sido utilizada por Málaga para aumentar su capital simbólico en el mercado turístico global, como expuso el artista Rogelio López Cuenca el primer día del encuentro. Rogelio, en el proyecto Surviving Picasso / sobrevivir a Picasso- estudia el fenómeno que él denomina como la piscassización de Málaga o la malagueñización de Picasso, y mostró en su instalación – exposición Ciudad Picasso.
De ahí recorrimos el centro por la calle Alcazabilla en dirección al mar y luego subiendo por la calle Marques de Larios. Caminando por la primera llegamos al Jardín Manuel Atencia García, principal núcleo de este eje cultural en cuyos contornos encontramos el Teatro Romano respaldado por La Alcazaba, la Plaza de la Judería, el Museo Picasso, dos Casas Hermandad que también hacen de museo y, cien metros más abajo, el Museo de Málaga – todo esto sin contar otros edificios patrimoniales, museos y espacios culturales a escasos metros del entorno inmediato-.
Diferente es el papel asignado a la calle Larios. Su atractivo pasa de La Málaga Cultural al centro comercial abierto ubicado en los bajos de edificios decimonónicos. Como en otras ciudades son, en esta gran vía malagueña peatonalizada en 2002, son las grandes multinacionales del textil quienes se han instalado tras la desaparición del comercio tradicional así como sus vecinas[6].
Estos espacios – calles, plazas, edificios… – del centro han sido reformados a raíz de la Iniciativa Comunitaria Urban, que comenzó en 1995 como proceso de recuperación y rehabilitación del Centro Histórico de la ciudad y ha proseguido hasta la actualidad; articulándose a través del planeamiento urbanístico con el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Centro de Málaga de 1990. Se partía de un centro histórico con gran parte del espacio público y edificios en malas condiciones, con una población que iba disminuyendo, envejecida y con altos niveles de vulnerabilidad social.
Más de dos décadas desde el comienzo de dicha transformación nos permiten ver las consecuencias que ha tenido este proceso, y como lo que para unas ha sido la recuperación de la ciudad y su imagen para otras ha sido la destrucción del Patrimonio Inmueble y el Paisaje Urbano del Centro Histórico así como la expulsión de sus habitantes.

Imagen final del Cronomapa. bodrios-arquitectonicos-centro-malaga.blogspot.com
Relativo a la “conservación del Patrimonio Histórico”, la investigación documental, cartográfica y estadística del proceso de destrucción y expolio del Patrimonio Histórico del BIC Centro de Málaga Geografías del desastre nos arrojan los datos de las demoliciones de edificios históricos: durante la década de 1990 se demolieron 11 edificaciones anualmente, con una intensidad que duplicaban los años del Desarrollismo Dictatorial alcanzando, durante la década de los años 2000, una tasa de 20 edificaciones al año, sólo superada por las transformaciones urbanas decimonónicas basadas en criterios higienistas.[7] El ritmo de demolición desde los años 1957 – 2016 se puede ver en el siguiente cronomapa del expolio del BIC Centro Histórico de Málaga 1957-2016.
No fueron únicamente los edificios en el centro lo que se demolió en este proceso de renovación de la imagen de la ciudad. Muy cercano a éste – en la falda sur de La Alcazaba – se encontraba La Coracha[8], un barrio obrero de arquitectura vernácula andaluza que constituía un patrimonio cultural y arquitectónico característico.
La Coracha fue expropiada, demolida y sus habitantes expulsados en la década de 1990 tras 20 años de abandono por parte del gobierno municipal. En su lugar nos encontramos jardines, un itinerario de rampas y escalinatas y el túnel de La Alcazaba que conecta el centro con el puerto. Eso, y el único edificio que quedó en pie, convertido en museo, como un gran gesto simbólico – intencionado o no-: se derriban barrios enteros, esa parte del patrimonio que no nos interesa conservar, muchas veces obrera y empobrecida. Se borran las huellas del pasado y la historia cercana, cambiante, que se va produciendo en la cotidianeidad de la vida para establecer la nueva identidad de la ciudad basándola en pasados mucho más remotos y más mercantilizables, como retrotraerse a la época romana[9] o a un pintor que vivió 10 años en una ciudad de la que hizo poca referencia. Se crea así una imagen estática que, basándola en elementos icónicos, congela la ciudad, dificultando o imposibilitando construir ciudad sino es bajo el paradigma dominante.
El broche final de este proceso es que, una vez que se borran las huellas de la historia cabe la posibilidad que se reconstruyan, sólo como algo estético y estático, no importan las condiciones materiales que fueron necesarias para que algo así se construyera, nos sirve sólo la apariencia, la mera superficialidad en la que se genera la ficción de que consumimos lo auténtico. Una muestra: esta petición para la reconstrucción con exactitud del barrio de La Coracha.

Barrio de La Coracha. Años 1970 (izquierda) y año 2011 (derecha) · todocoleccion.net y sientemalaga.wordpress.com
Si nos trasladamos exclusivamente al espacio público, mejoras como son la creación de espacios peatonales, que permiten otros usos en la ciudad y menores niveles contaminación atmosférica, son contrarrestadas por la privatización de calles y plazas tras el aumento de comercios enfocados hacia el ocio y el turismo: en el centro se encuentra el 40% de las terrazas autorizadas de toda la ciudad -400-[10] y era bastante agobiante caminar por el entorno de la plaza de la Judería y la calle Zegri, dónde sólo a vista de pájaro se puede apreciar la elevada ocupación que hacen los establecimientos en el espacio público.

Plaza de la Judería y Calle Zegri · maps.google.es
Ante el conflicto que surge por los diferentes intereses entre las actividades vinculadas con el ocio y el turismo, y las personas que viven en el centro se debate, en el pleno municipal, que modelo de centro se quiere, para visitar o para vivir[11]. El sector hostelero lo tiene claro, quieren que el centro se declare como Zona de Gran Afluencia Turística y deje de considerarse zona residencial, quienes sobran son las vecinas[12].
Aunque no se haya conseguido el cambio de uso, se está dando de facto tras el proceso de renovación. No sólo se renuevan las calles, los edificios – o se demuelen y construyen otros – sino también la gente que vive en el barrio. Quizá más que renovada expulsada. Y es que, aunque uno de los objetivos del Plan Especial era frenar el proceso de pérdida de despoblación del Centro Histórico, este no se ha conseguido. A pesar de que a principios de la década de los 2000 disminuyó la tendencia de pérdida de población e incluso se aumentó ligeramente la población, desde 2005 hasta la actualidad han disminuido en un 15% los habitantes del barrio.

Población en el Centro Histórico · Elaboración propia a partir de datosabiertos.malaga.eu (padrón de habitantes por barrio)
Mientras esto sucede decenas de licencias para apartamentos turísticos[13] fueron autorizadas por Urbanismo cada mes en el ejercicio pasado y continúa aumentando el precio de las viviendas – en el Centro Histórico se sitúan 7 de las 10 calles con el precio más caro de Málaga-[14].
Así en el Centro como en el Puerto
Aun así, en la ciudad construida no cabe todo, así que la ruta continuó hacia el puerto. Allí nos mostraron los cambios que se habían llevado a cabo en los Muelles 1 y 2, por los que Málaga ha sido premiada el pasado mes de septiembre[15] por la Asociación Internacional de Profesionales del Turismo, Skal Internacional Málaga- Costa del Sol. Uno de los cambios realizados ha sido la puesta en marcha de tres terminales de crucero, apostando así por uno de los segmentos turísticos más insostenibles[16].

Proyecto de Hotel en el Dique de Levante · puertomalaga.com
Pero aún queda más pera seguir consolidando un modelo de desarrollo basando en el turismo y el consumo, concretamente los proyectos pendientes suman una inversión de casi 300 millones: un auditorio, una marina deportiva, comercios y/o oficinas en el Muelle Heredia y un hotel de 150 metros de altura en el Dique de Levante[17]. Una persona de la Plataforma Defendamos Nuestro Horizonte nos contó los motivos de su oposición a la construcción de semejante rascacielos que precisa la modificación del planeamiento urbanístico ya que multiplica por 7 el actual límite de edificabilidad así como modificar el actual uso de equipamiento público que tiene la parcela. Desde la plataforma insisten en el gran impacto visual y los problemas de movilidad que este proyecto generaría y abogan por una planificación conjunta de los espacios portuarios y el uso público del mismo. Entre otras cosas continúa la recogida de firmas para paralizar este proyecto.
Quien dice Manhattan dice Málaga: Soho, el Barrio de las Artes
Después de una parada en La Invisible para comer y reponer fuerzas retomamos nuestra ruta hacia el Ensanche Heredia convertido, desde hace unos años en Soho, el Barrio de las Artes – el nombre ya nos dice algo, el Soho effect (efecto Soho) se usa para definir a los procesos de gentrificación encabezados por el arte urbano-.
En una zona considerada degradada urbanísticamente, con numerosos locales vacíos y en la que se ejercía la prostitución se propone, bajo la legitimación de que la iniciativa surge de los propios malagueños[18] y de la participación ciudadana un nuevo distrito cultural de la mano de la regeneración urbanística – principalmente peatonalización de dos calles y creación de algunos espacios verdes y parques infantiles -, el apoyo al emprendimiento y la iniciativa estrella: el proyecto MAUS, Málaga Arte Urbano Soho. Todo un despliegue de medios para conformar un programa que abarcó diversas disciplinas artísticas y actividades, destacando por encima de todo el arte urbano, con renombrados artistas nacionales, internacionales y sobre todo, hombres – sólo hubo 1 mujer de las 17 personas /equipos de artistas que participaron-.
Una curiosidad acerca del mural de Obey, situado a la espalda del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, fue la adaptación del diseño inicial Peace and Justice Woman, cambiando la palabra justicia por libertad; quizá por la condición indicada por Fernando Francés, director del CAC de Málaga y uno de los responsables del proyecto MAUS, de trabajar sobre valores positivos e ideas de renovación, ya sea la ecología, la paz, la esperanza o la ilusión[19]. Una de las críticas que han recibido este tipo de intervenciones, al igual que se hace con la arquitectura del no-lugar, es la de ir por el mundo aterrizando siempre ante una página en blanco, sin saber a dónde llegas ni para qué va a ser utilizado tu trabajo[20].

Centro de Arte Contemporáneo de Málaga y grafitis realizados durante el proyecto MAUS – entre ellos Peace and Justice Woman – la versión malaguita – de Obey
Todo un impulso que va dando los frutos esperados: los establecimientos que se han ido abriendo en el barrio se orientan hacia la restauración, el turismo y los servicios que éste necesita. Un reciente artículo alaga cómo en el barrio conviven hoteles, apartamentos turísticos y viviendas en alquiler para turistas, la subida del precio de los locales – intuimos que también de las viviendas- y la diferencia del target – persona destinataria a la que pretende llegar un servicio o un producto- de los nuevos negocios: una cafetería-restaurante especializada en la venta de un gran surtido de cereales frente al sex-shop que había anteriormente.
Se atraen e incentivas unas actividades, vinculadas con el ocio, el turismo y con unas clases con mayor poder económico mientras se expulsan otras mediante el incremento de los precios o las ordenanzas y la presión policial como el caso de la prostitución. Lo que importa no es solucionar el conflicto – quizá entre vecinas y trabajadoras sexuales-, sino llevarlo a donde no pueda interferir con las ansias de acumulación de capital.
Más allá de la ciudad mercantilizada: ríos, solares, viviendas y centros sociales
¿Dónde tiene lugar la vida no mercantilizada? Al igual que en Lagunillas encontrábamos espacios donde otro tipo de relaciones y actividades tenían lugar, volvemos a encontrarlo en esta parte de la ciudad.
El río Guadalmedina, uno de los que atraviesa la ciudad, no lleva agua la mayor parte del año debido a las presas construidas para controlar sus avenidas. Esto ha posibilitado que se convierta en un espacio para el juego, el deporte y el ocio juvenil en la ciudad. Aquí se hace rap, skate, vóley, fútbol… usos que no encuentran lugar en la ciudad o que aquí se pueden realizar de manera más autónoma. El colectivo skate, cansado de que no les dejaran patinar en la Plaza de la Marina – situada en el Soho -, construyó sus propios módulos para poder hacerlo en el tramo del río que se encuentra hormigonado.

Jóvenes jugando y módulos de skate en el río Guadalmedina
No sólo son los y las jóvenes a quienes les cuesta encontrar su espacio en la ciudad. La infancia no lo tiene mucho mejor: la media de zonas verdes por habitante en Málaga es de 7m² – siendo 10 el mínimo que recomienda la OMS- y su distribución en la ciudad es muy desigual. Ante la falta de espacios adecuados y suficientes, un grupo de madres y padres de La Goleta –al norte del centro histórico- ha solicitado al ayuntamiento la cesión temporal de un solar que han llamado Las Gigantas mientras no se construyen las Viviendas de Protección Oficial planificadas. Más de 1000 m² en los que, según sus palabras, hay espacio para todo. Han presentado un proyecto, del que aún esperan respuesta, que incluye zonas deportivas, un huerto, un área para las mascotas y otra para la reunión vecinal.

Un vecino nos explican el proyecto que han presentado para solicitar la cesión del solar Las Gigantas · Raúl Ruiz
Y como bien sabemos de sobra, al igual que se mercantiliza el espacio público y su valor social, otro tanto sucede con la vivienda. En un contexto de alza de los precios del alquiler, incremento de las viviendas destinadas a pisos turísticos, regulación en materia de vivienda hecha a medida de fondos de inversión, SOCIMIS y bancos, y un raquítico parque público de vivienda el cóctel está servido: el incremento del alquiler en Málaga el año pasado fue del 13%[21], uno de los mayores en las grandes ciudades del Estado, y este año de un 19,2% interanual[22]. Según el informe El derecho a la vivienda en Málaga elaborado por el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Málaga, la causa más visible de este incremento, es el boom de las viviendas con fines turísticos (VFT). Según la plataforma Inside Airbnb 5670 eran las viviendas registradas en Airbnb el pasado agosto, situándose 2/3 de las mismas en el Centro (ver mapa).

Viviendas y habitaciones registradas en Airbnb en agosto de 2018 · Elaboración propia a partir de insideairbnb.com · Se accede al mapa al pinchar en la imagen y se puede filtrar por barrio, tipo de alojamiento y precio.
Las personas con menos recursos son las más vulnerables ante el incremento de los alquileres. Incluso contando con ayudas para poder costearse un alquiler muchas no lo consiguieron por el estigma que va asociado a este tipo de prestaciones[23]. Se muestra así la ineficacia de las ayudas económicas en un mercado privado desregulado en cuanto a los precios del alquiler y regulado en la continua desprotección de las personas arrendatarias.
Nos adentramos en esta realidad visitando, junto con Alicia Sisterne, integrante de la PAH – Málaga, un edificio de propiedad municipal en el que las personas pueden acceder un alquiler asequible. Al tratase de un edificio con viviendas adaptadas gran parte de las personas del edificio tienen algún tipo de discapacidad y son, en su mayoría mujeres. Dos de ellas nos contaron las dificultades de convivencia en contextos de elevada vulnerabilidad y situaciones vitales muy difíciles, pero también los apoyos que se daban en su día a día. Así mismo también han tenido que reclamar al ayuntamiento mejoras en el edificio por la falta de ventilación. Cuando acudimos tenían el patio y los pasillos y corralones preparados para el concurso de patios, por lo que ¡parecía todo un vergel!

Visita a edificio de viviendas sociales en régimen de alquiler
Y para finalizar la ruta quedaba la última parada: La Casa Invisible, espacio desobediente en el corazón del centro de Málaga. Dimos un paseo por el edificio, no hubo mucho tiempo para hablar de 11 años de gestión de espacios comunes, de albergar redes y movimientos sociales, de fomentar pensamiento crítico, de experimentar cultural y vitalmente… 11 años de historia, muy marcada actualmente por la cercana lucha contra la orden de desalojo que, con ayuda de muchas, consiguieron detener.
Hubo algo más tiempo de vivirla, de comer ahí, de charlar con gente, de respirar su ambiente… de sentir el cuidado y la acogida de las personas que se encargaban de la organización del encuentro. ¿Nos podemos permitir perder en nuestras ciudades, cada vez más mercantilizadas, espacios así? Como decía un artículo de una persona de La Invisible ante las amenazas de desalojo de diferentes centros sociales a lo largo del Estado, el derecho a la intervención en lo urbano y al disfrute expansivo de lo comunal, es decir, el derecho a la ciudad, no está siendo atacado por la ideología neoliberal por casualidad. Inocular el virus de la competencia social es más fácil sin espacios de apoyo mutuo y sin dispositivos radicalmente democráticos como los centros sociales[24]. No sólo La Invisible se queda… sino que son necesarios muchos más espacios en los que seamos capaces de construir prácticas y lógicas que rompan con el individualismo imperante y, sobre todo, nos necesitamos juntas ante un sistema que basa su sostenimiento en el ataque a la vida, a los territorios y a los cuerpos.

Creando caminos. Nuevas rutas por trazar
El sábado, día después de la ruta, habría programada una Madeja de Casos y Herramientas para cuidar la ciudad desobediente, es decir, estudios, experiencias y herramientas para trazar rutas que nos permitan crear espacios diferentes a los que traza el capital en ciudades y territorios. Si hubiera que definir en una palabra las intervenciones que se localizaban en Málaga escogería Ecofeminismo.
Yolanda Romero, del grupo de investigación Turismo y Territorio de la Universidad de Málaga, nos presentó el proyecto de investigación Cretlit, Crisis y reestructuración de los espacios turísticos del litoral español. Realizó una descripción de la transformación del litoral vinculada al turismo y como se articulaban las narrativas de las resistencias a estos proyectos. Éstas tienen incorporada un paradigma de decrecimiento, desmitificando el desarrollo que se usa para legitimar los proyectos que además sienten impuestos “desde arriba” y, aún sin rechazar el turismo, abogan por su control y regulación.
Paloma España, nos habló de los cosmogramas, una herramienta – basada en Bruno Latour – mediante la construye la narrativa de una controversia a tavés de los y las distintas que involucradas, generando una construcción social compartida que también es plasmada espacialmente. A través de ésta herramienta extrae relatos de los conflictos socioambientales que se dan en la Unidad Ambiental de la Vega del Río Vélez en la Axarquia en situación de crisis hídrica por el cultivo de regadío de especies tropicales[25].
Ana García y Carmen Olmedo, de la coordinadora contra las agresiones machistas, nos contaron cómo se habían organizado para crear espacios a los que acudir las mujeres en caso de acoso o agresión durante la Feria de Málaga – denominados puntos morados en algunos lugares -. Quieren transformar un espacio hostil para las mujeres, en uno de resistencia feminista. Actualmente buscan crear un grupo de mujeres lo más amplio posible para cartografiar la ciudad, para espacializar aquellos lugares que consideren inseguros y generar sus propios mapas de manera colectiva y autogestionada.
Hacia las desobediencias urbanas ¿sólo?
Poco tiempo restó, tras conocer la ciudad – con sus conflictos y resistencias – y las diferentes experiencias –las citadas anteriormente y otras estatales e internacionales -, para pensar colectivamente en cómo seguir caminando hacia la ciudad desobediente, pero nos traemos de vuelta lo que hayamos aprehendido en Málaga.
Sin embargo… ¿podemos pensar una ciudad desobediente? o mejor dicho ¿la podemos pensar sola? Desde Surcos Urbanos nos es imposible. Las ciudades son, actualmente, las organizaciones socioespaciales más dependientes que históricamente hemos conocido. Su espacialidad, funcionamiento y organización y en consecuencia la de las personas que las habitan y visitan – que no es otra cosa que la espacialidad que necesita el actual sistema económico, social y político – implica tal cantidad de recursos y residuos que necesitamos apropiarnos y desposeer otros territorios y otras vidas para poder construirlas y, posteriormente mantenerlas “en funcionamiento”, algo que ya se conoce como urbanización planetaria.
Y, si la ciudad no puede obedecer sola, tampoco podrá desobedecer -o en seguida encontraríamos los límites a esa desobediencia-. Una de las preguntas lanzadas durante un tiempo de asamblea fue ¿qué sector económico propondríamos alternativo al turismo? Difícil plantear la cuestión dentro de un sistema capitalista y neoliberal… digamos que con el cultivo de mangos en la vega del río Velez no les va mucho mejor y que cualquier sector económico bajo las reglas del capitalismo neoliberal tendrá sus daños colaterales … y es que, como diría Silvia Federici, el mundo entero necesita una sacudida.
¿Cómo sacudimos en momentos en los que parece que es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo? Como inspiración para ir abriendo grietas Rita Segato nos dice que el arraigo es el más grande obstáculo al proyecto histórico del capital. Frente al individualismo imperante que nos hace sentir el desapego como libertad – libertad de vínculos con las personas basada en una mayor dependencia con el mercado-, creemos arraigos y modos de vida que permitan que otras se arraiguen. Llevémoslo a nuestras vidas fragmentadas, precarias y atomizadas, ¿qué arraigo tenemos con nuestras vecinas, con el barrio o la ciudad en la que vivimos? ¿Permite el modo en que nos alimentamos que otras personas generen arraigo en el territorio donde viven?
La ciudad desobediente necesitará de un territorio que también lo sea, ya que seguir ejerciendo relaciones de dominación y expolio sobre los territorios que la sostienen – y las vidas de esos territorios – no es sino alimentar un sistema que tarde o temprano la acabará engullendo. Necesitamos espacios donde poder tejer vínculos y sustentar nuestras vidas, centros sociales como La Invisible, espacios como el que pretende el proyecto de Las Gigantas, viviendas sociales y comunitarias, lugares donde las personas tengan autonomía para el uso y gestión como sucede en el río Guadalmedina… y economías localizadas, vínculos en relaciones de apoyo mutuo con el territorio próximo, con sus gentes, porque nos necesitamos para sotenernos.
Se decía en la puesta en común que Málaga no existiría sin el valle del Guadalhorce. Una frase con reminiscencias de pasado que quizá haya que volver a hacerla presente. Si hay algo que hace que La Invisible continúe es el arraigo que ha generado a lo largo de estos 11 años.

La Casa Invisible
[1]Centro de la ciudad entendido, tal y como se describe en el artículo Barrial Geographic Tecnecología y parodia en las prácticas de resistencia a la gentrificación del barrio de Lagunillas, como un dispositivo capitalista expansivo y móvil que se desplaza al compás de la curiosidad turística y de las reformas urbanísticas e intereses especulativos que la acompañan. (ver : http://eipcp.net/transversal/0318/ruiz/es)
[2]El nombre Victoria ¿de quién? responde, por un lado, a la negación que se dio a los movimientos feministas cuando solicitaron la cesión del edificio que había previamente en el solar para la Asociación Victoria Kent y, por otro al cuestionamiento de la cercana calle Victoria, que hace referencia a la Reconquista
[4] Rodríguez Medela, Juan y Óscar Salguero (2013). Ciudad Capitalista y conflicto. Movimientos sociales urbanos en Andalucía.
[8] Si bien La Coracha no formó parte de la ruta desobediente, sí de los recorridos desde donde me hospedaron hasta la invisible, lo que me dio la oportunidad de que me contaran su historia.
[9] Un proceso muy similar al acaecido en Málaga nos lo encontramos en la también mediterránea ciudad de Cartagena -marca Puerto de Culturas-, que a la vez que ha recuperado y potenciado su patrimonio arqueológico vinculado a su historia romana demolió tres barrios – Barrio Universitario, Montesacro y en el Molinete- situados en el centro histórico de la ciudad.