En estos días estamos inmersas en la preparación del laboratorio AgroHULEcológico, dentro del programa de Residencias Wikiriki de Wikitoki, en Bilbao, enfocadas a la investigación y creación transdisciplinar en torno a lo colaborativo. Las sesiones/comidas se desarrollarán el lunes 2 y el viernes 27 de marzo, cuando alternaremos cuchara y rotulador al rededor de la mesa, con su hule.
AgroHULEcológico, es un laboratorio colaborativo territorial de soberanía alimentaria para que la comunidad de Wikitoki y su entorno próximo utilicen la comida como palanca para transformar su realidad más cercana; para que sus hábitos de consumo sean más responsables y cuenten con criterios de justicia social y de respeto a los límites biofísicos de los ecosistemas. El laboratorio tiene como soporte la mesa, con su hule, donde se comparte la comida y todas, rotu en mano, entre bocados y sorbos agroecológicos, dibujan mapas, conciencia, soluciones.

El hule y los afectos.
En mi casa, de niña, los deberes se hacían en la mesa de la cocina. Sobre el sempiterno hule. De cuadritos, de florecillas näif, cuando los sugerentes motivos geométricos de colorines estaban bien vistos… nos iba acompañando en todo momento, en lo cotidiano, hasta que el número de agujeros y cortes, de los que asomaba la pelusilla del delgado acolchado de algodón, se hacía incompatible con las pretensiones higiénicas de mi madre. Entonces pronunciaba la frase: ”Bah, m’ha cangé la’ngrét…” (Venga, tenemos que cambiar el hule…). Era la señal. A partir de aquel momento podíamos escribir y dibujar sobre el hule nuestros personajes de dibujos animados japoneses, con el cariño con que dibujan los niños, aun sabiendo que cualquier día, de regreso del cole, íbamos a encontrar otro rutilante hule impoluto y nuestros dibujos habrían acabado en la basura, como un mandala de boli bic.
La comida como espacio de encuentro y reflexión.
El hule representa, para nosotras, lo cotidiano, lo doméstico, los cuidados, los afectos que se despliegan alrededor de la comida que, lejos de ser una mera necesidad fisiológica, es un lenguaje cargado de símbolos, parte integrante de la identidad cultural de
una comunidad.
Cocinamos y compartimos mesa, con su hule, con nuestros seres queridos y, aplicando reglas de hospitalidad atávicas, con las personas con las que queremos estrechar lazos. La comida nos permite acercarnos a ellas a fuego lento, como pegamento social, ingrediente cohesionador de culturas, lugar de encuentro.
La comida como espacio de transformación política.
Además de la faceta afectiva de lo que se teje alrededor de una mesa, con su hule, nos interesan los aspectos políticos de la alimentación, relacionados con la soberanía alimentaria, con las implicaciones ambientales, sociales y de salud de lo que nos llevamos a la boca. El cambio de paradigma, que nos reclaman a gran voz las emergencias ambientales y sociales en las que vivimos, pasa por la revisión de conceptos básicos como la satisfacción de necesidades primarias, entre ellas la alimentación, que influyen profundamente en nuestro estilo de vida, en la relación con nuestro entorno y, por ende, en el sistema de valores en el que estamos sumergidas, el poscapitalista financiero que, en su afán de maximizar beneficios y externalizar gastos, precisa un consumo constantemente en aumento y desprecia las consecuencias sobre la sociedad y el planeta, actuando como depredador y derrochador de recursos.
En este contexto la comida, de la que disfrutamos -las afortunadas- tres veces al día, puede ser el indicador del impacto que tienen nuestras costumbres más cotidianas en nuestro entorno más cercano y a nivel global. Podemos ver el consumo de alimentos como un hilo que teje lo urbano y lo rural, lo agrario y lo industrial, que retroalimenta la precariedad laboral, la especulación financiera, las desigualdades, la destrucción de la naturaleza.
Frente a todo ello, abogamos por un modelo alternativo, la Agroecología, basado no sólo en la producción ecológica, sino también en otros aspectos. Así que, mientras los productos ecológicos, según la normativa, sólo tienen que cumplir unas reglas referidas a su producción (no a su distribución ni a la venta), los productos agroecológicos deben cumplir, además, otros criterios:
- Consumo de cercanía y temporada.
- Proximidad relacional productora-consumidora.
- Respeto por las buenas condiciones laborales de las productoras.
- Redistribución de la riqueza más equitativa, a través de la economía solidaria.
- Reconocimiento del papel de la mujer para la sostenibilidad de la vida también en el mundo rural.
- Gobernanza y autogestión en la tomas de decisión entre todos los actores.
- Desarrollo local de las áreas de producción.
- Generación de una infraestructura agroecológica común.
Todo esto, en nuestra opinión, tiene que ver con la política más que los bailes de palacio a los que estamos acostumbradas.
El laboratorio Agrohulecológico.
Por todo ello, queremos reflexionar con la comunidad de Wikitoki y su entorno, barrio, territorio (Biorregión), sobre nuestros hábitos de consumo, para que sean más responsables y cuenten con criterios de justicia social y de respeto a los límites biofísicos de los ecosistemas.
Si de verdad otorgamos a la alimentación un lugar central en nuestro estilo de vida y en nuestras relaciones con las personas y con el entorno, ¿porque no utilizarla como palanca para transformar la realidad más cercana?
De allí surge nuestra propuesta Agrohulecológico, un laboratorio colaborativo territorial de soberanía alimentaria, que tiene como soporte la mesa, con su hule, donde se comparte la comida y todas, rotu en mano, entre bocados y sorbos agroecológicos, dibujan mapas, conciencia, soluciones.
¿Cómo vamos a organizar el laboratorio?
Un desarrollo mínimo del laboratorio que planteamos prevé:
- Un mapeo y estudio previo de experiencias agroecológicas locales.
- Un aperitivo de análisis del modelo agrológico convencional (mapa mundial de alimentos kilométricos, estrategia de la gran distribución, impactos en el sur global…).
- Una comida y sobremesa de análisis, mapeo, interacción de los agentes y experiencias del territorio y detección de debilidades.
- Una comida y sobremesa de codiseño de estrategias de mejora de la infraestructura agroecológica, propuestas de solución de problemas detectados y de delineación de un compromiso de acción comunitaria.
- Finalmente una presentación de resultados, una celebración donde asumiremos compromisos para llevar a cabo las acciones que hemos planteado.
¿Quién se sienta en la mesa?
La convocatoria está abierta a agentes agroecológicos del territorio (productoras, consumidoras organizadas, distribuidoras de circuito corto, entidades afines…). Se convocan también, cuchara en mano, a las vecinas interesadas y a las instituciones que quieran implementar acciones públicas que impacten en el modelo agroalimentario local.